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Todo suele suceder por una causa que no logramos descubrir de inmediato; Al final, no hallamos casualidad sino causalidad

martes, 25 de marzo de 2008

La moneda


¿Cómo es que suceden las cosas? Cualquier día despertar, sin saber que quizá, ya no habrá un anochecer; Levantarse de la cama, servirse un café, alistarse para salir a trabajar, o a clases; Todo tranquilo, todo normal.

Al mediodía, ninguna novedad... todo ha transcurrido como suele ser cotidianamente... sin preguntarse siquiera si todo pueda cambiar repentinamente. Sales de la oficina, del colegio o la universidad, piensas en almorzar algo rápido por que tienes mucho que hacer, caminas con desgano y cansansio. Estás a punto de cruzar la calle hasta que lo sientes; El filo de la navaja que amenaza tu espalda. Un ahogado suspiro corre por tu garganta, un grito mudo de desesperación ¿Qué es? ¿Por qué? ¿Quién?...

- Quédate en silencio y no hagas ningún escándalo, por que de otro modo te quitaré la vida.

Es una voz masculina y ronca, se acerca otro a tí; Son dos.

- Veamos qué traes hoy

Miras con pánico a tu alrededor; No hay nadie, solo unos cuantos niños traviesos a dos cuadras que juegan corriendo y gritando; De todos modos nadie sospecharía, la navaja está acomodada en tí muy disimuladamente, y el que revisa tus cosas lo hace como si simplemente estuviese buscando algo que olvidó darte... nadie se daría cuenta.

Comienzas a hacer memoria ¿Qué traías esa mañana? ¡Desgracia! Encontraron los 100 dólares del contrato... o del sueldo, o para comprar el celular de tu hermana. El tipo se los embolcilla, al momento extrae el iPOD... no importa, comprarás otro. Pero ahí está, aparece repentimanete entre sus dedos mugrosos y gruesos, tu pasaporte, tus documentos, tu teléfono móvil, el libro que recién acababas de comprar el día anterior....

Quieres gritar, abalanzarte al desgraciado, pero no puedes, en casa te esperan, te espera tu familia, y arriesgar tu vida por algo material no parece valer la pena... te quedas quieto, observas, callado, tieso, nervioso... simplemente observas.

Y entonces, se alejan, conversando y riendo, claro; Antes te dan la amenaza, conocen tu oficina, universidad o colegio, saben donde encontrarte si armas el escándalo, saben como ubicar a tu familia, quizá eso ya no es cierto... pero es una amenaza, y no suena nada sutil ni liviana. Se llevan todo, riendo y jugando, doblan la esquina hasta perderse.

Sigues quieto, observando, en silencio, ensimismado... de cómo, por qué, por qué a tí... te quitaron hasta la billetera... das un paso en sentido contrario, no se te quita ese terror, esos nervios... te asomas a una tienda, le ruegas a la señora que atiende prestarte una llamada, y le explicas que te han asaltado. Qué gentil señora, incluso te ofrece un vaso de agua después de prestarte dos llamadas, uno a tu casa, y otro a tu oficina o algún compañero de colegio o universidad; A tu mejor amigo, preferentemente.

una hora después, estás acostado en tu cama de espladas, intentas tranquilizarte. Metes las manos a los bolsillos, tus dedos rozan con un frío metal, lo sacas, y con sorpresa lo ves; Una moneda de 5 bs.

Entonces te ríes, te ríes con lágrimas en los ojos, te ríes a carcajadas... entra tu esposa, tu madre o tu hermana a tu cuarto, te pregunta por qué la risa, y más aún, después de haber sido asaltado.

Tú la miras, con el llanto contenido y la risa incontrolable, y le dices:

- Es que no se han llevado esta moneda, mujer; Se olvidaron llevarse estos cinco pesos.



-FIN