Bernardo llegó llorando a su apartamento. Ni bien había logrado abrir la puerta de su habitación se dejó caer sobre la cama. Echó gritos desesperados como un pobre niño que se pierde en la ciudad y no sabe a donde ir. Los recuerdos de miles de momentos recordados corrían velozmente por su mente, destruyéndolo a la misma velocidad, deteniéndose más en los angustiosos momentos y dejando pasar como un rayo los eufóricos.
- ¿Por qué, victoria? ¿Por qué? - sollozaba con la voz ronca, el rostro hundido en la almohada, mojada por las inconsolables lágrimas. Y es que comenzaba a pensar que el amor era peor que cualquier cosa que pueda existir en el mundo, quizá igual de fea que la política: Llena de mentiras y traiciones, sostenida en puñales por la espalda y acciones por simple interés, nada de preocupación ¿O acaso una pizca de humildad? El concepto de amor que en un momento para él había sido de pura armonía, pasión y alegría, se había esfumado tan rápido al contemplar la escena de Victoria haciendo el amor con Carlos. Los gemidos de excitación y placer, Carlos tendido sobre el cuerpo de su amada Victoria, quien enredaba al amante entre las piernas a medida que se meneaban con armonioso ritmo, haciendo mover levemente la cama, manoseos en cualquier región de los desnudos cuerpos, al igual que los besos e incluso las mordidas… Ahí estaba Victoria, con los senos danzando de arriba abajo.
- Por qué... - insistía aún sin estar convencido de la cruel verdad.
¿Cómo era posible que alguien tan hermosa con un rostro inocente pudiese ser capaz de la mayor de las traiciones? ¿Cómo era posible que - de entre tantos destinos surtidos - el suyo tuviera que estar en la lista de los maldecidos? No podía creerlo, no quería.
- ¿Por qué, Victoria? Yo siempre te amé… te amo… ¿Por qué? - insistía angustiado y acorralado por sus propios pensamientos y palabras.
Pasaron las horas; 11 pm, seguía con los ojos hinchados de la furia, el llanto, la amargura...
Pero había algo que Victoria no sabía, o quizá sabía y había aprendido a esconderlo muy bien bajo esa mirada de inocencia; Bernardo la amaba, la había amado siempre, incluso cuando se acostó con la prima de su mejor amigo, la amaba incluso cuando había llevado a Patricia a su apartamento para luego cumplir la promesa de lo prohibido; La había amado incluso cuando juró amor a Karina... la amaba incluso detrás de su cortina de tentaciones, infidelidades y otros detalles más, minucias que hacían de su amor el más puro y fuerte de todos, detalles que de seguro Victoria había sospechado, o en el peor de los casos, llegado a conocer, aunque quizá ignoraba que Bernardo, igual que como esa vez en que una cita a ciegas le condujo al éxtasis, la amaba.. Victoria quizá ignoraba eso.
Y lo peor era que, Bernardo ignoraba que Victoria no lo amaba, intentaba darse excusas para perdonarla, para justificarla, le daba los mismos motivos que se había dado a él mismo para saborear ese pecado; Que las relaciones no son perfectas, que el amor perdura, pero que las tentaciones vienen, que el pecado se hace como por sí mismo y por arte de magia, y que después del arrepentimiento y del juramento de no volverlo a hacer, erramos nuevamente.
Todo, todo lo armaba como un imposible rompecabezas en su mente, siempre fracasando, quedaba ensimismado y con aire ausente, con la mirada prendida en cualquier lado, menos en la realidad. No dejaba de darse excusas para quedar inocente, el rompecabezas - por cada vez que intentaba armarlo para comprender el karma que le había tocado - quedaba cada vez más intacto, y más difícil de armar, las piezas no encajaban, y aunque la amaba, la amaba mucho, ignoraba que ella lo había olvidado, y lo había reemplazado por el amante. Y ahí quedaba, intentando comenzar de nuevo: "Lo hizo por que se dejó llevar por la tentación, como yo lo hice, pero no por eso dejó de quererme, me ama, seguro me ama como yo a ella..." Y siempre encontraba un punto en el que nuevamente, una pieza no cuadraba... y lo que no sabía era que esa pieza que no hallaba encajar, era aquella que lo hacía ignorar que Victoria ya estaba lejos... que ya no lo amaba
- Pero no entiendo... por qué... por qué...- insistía aún después de estar tendido sobre la cama por horas.
4am; Bernardo seguía intentando comprender todo y armar el rompecabezas... y esta vez lo que no sabía era que no conseguiría dormir hasta la tarde siguiente.
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